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  • Foto del escritorEl Escudo

Bosque de niebla

Room by Room, patiently.


Audioslave

 

Me tapizo de musgo a veces en las mañanas, no me sirve el bareque, ni la caña brava. Hay mañanas en las que no me prima el Valle, no recorro el Cauca, no dejo que el viento me cubra la piel. Hay horas en las que es la cordillera y la niebla quien cocina. Me gusta pensar cuando me muevo, y le saco el quite a mi territorio, que tanto me habita, que mi restaurante está hecho de esa piel que recorro cada día, del verde que construye mis ojos y mi memoria, del fango al que me someto sola, de la niebla que me muestra el piso, al que ahora tengo que aferrarme. Sueño entonces, que el barro, se hace mangle, y escalo desde las raíces lo que amaso en mi ruta de ferrocarriles viejos, y óxido. Guardo de la arena los escombros de sal, que huelen a los mares no andados, que en la marea baja, me dejan la estopa de mí misma. De ese húmedo territorio lleno de moho y selva, no te protege nadie, así, que asistir a él, sin haber mediado, hace que mi colcha de bambúes, de afectos sólidos, de palabras, de cilantro, de canoa, tenga también los bellos retazos del umami, que abraza en la nostalgia. Éste, mi lugar, me aconducta el alma, las formas queridas y mi cocina. Comprendes entonces con el cuerpo, el lugar que habitas. Me encanta saber que soy de aquí, que me arrulla la salsa cuando Changó me mira, y que me pampea la sutileza del bosque cuando estoy ausente, en medio de todas las pepitas de maíz que fermento en mi conciencia, ofrezco a Eleguá para que nos abra los caminos, y no sea la Llorona la que condimente el pan.





Para escuchar #LikeaStone de @Audioslave

mientras preparamos un...



Para 4 personas.

 

INGREDIENTES


100 gr Rúgula

100 gr Apio

100 gr Kale

100 gr Espinaca

12 Huevos de codorniz cocinados y pelados

5 Hojas de albahaca genovesa

30 gr Almendras peladas y tostadas

80 gr Kéfir de cabra o queso de cabra

2 gr Semillas de hinojo

2 gr Semillas de cilantro

Zumo de un limón

Aceite de oliva

Hojuelas de ají

 

Esta es una ensalada sencilla que hace de la mañana una posibilidad de arranque. Da mucho

ánimo y toca todos los sentidos a los que como yo, amamos el monte en todas sus versiones.

 

Tiene buena proteína y fuerza la expresión al máximo, para dejar de lado lo que

nos acompañó mal en la noche. Se mezclan todas las hojas y se le ponen los huevos y el kéfir.

Para sazonarla juegue con el cítrico, la sal y el aceite de oliva. Y…..si tiene una mandarina,

para terminarla, raye la piel sobre el verde. A mí, me anima.


 

Pues aquí está entonces mi racimo que sale cada cierto tiempo reemplazando colinos, que no tiene el fango de mis tristeza, sino la plenitud de un humus aterciopelado de Marañones y ajíes enterrados, para que se note que la fritura le saca el alma a la nostalgia y la deja crocante….

Al fin y al cabo suave y mullida, con olor a amigos invaluables y a tiempo recorrido. Esta noche tengo tostadas de mi banano que acabo de cosechar nuevamente!!!

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