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Foto del escritorEl Escudo

Bolsitas de cebolla confitada con nueces y soya

Empecé a hacer este plato cuando, recién casada, en una situación económica difícil, a mi esposo le otorgaron una casa en el Ingenio Manuelita, una finca que se utiliza para el proceso de recolección y molienda de la caña de azúcar en el Valle del Cauca. Se la dieron porque llevaba muchos años trabajando allí en seguridad y vigilancia, y porque nuestra relación, que atravesaba las clases sociales, era incómoda de mantener donde yo vivía. Esa casita era larga y angosta y logró mostrarme la vida en su misma dimensión. Allí, en las mañanas llenas de ese suelo vallecaucano que ahora tanto conozco, cocinaba ravioles para vender en Cali los miércoles, mi día libre de cordillera y caña, a un grupo de personas que, entre solidaridad y disfrute, me compraban lo que hacía. Amo la cebolla y estaba aburrida de los mismos ravioles de queso, berenjena, carne y pollo, y había descubierto que la masa de pasta era más versátil de lo que yo creía, pues había empezado a usarla con otros rellenos menos convencionales y en retazos fritos con los que preparaba un especie de calentado. Mostrar cuánto amas a quien acabas de elegir te obliga a reinventar tu cocina cada día con lo que tienes. Así, una mañana llena de cebollas salteadas llegó a mi corazón una bolsa de nueces La Especial de paquetico verde, un ají, un atado de ajos, una coca cola, jengibre y una nueva forma de entender las masas. Fue entonces cuando preparé unas bolsitas de cebolla con nueces, un placer que evoca los años del #LadoOscuro de mi historia familiar, y los convierten en un purecito suave y dulce, de tonos picantes minuciosos, sorpresivos, con un gusto que se mantiene vivo en mi memoria por muchos años. Al llegar al restaurante transformé ese plato en una especie de dim sum con salsa de soya y panela. Tiene trazos de las tardes en que zumba la caña en mis oídos y que me devuelve la esperanza con la que abrí mi Escudo, cautiva de historias que anidaban en los baúles de mis recuerdos y que empecé a contar en cada uno de mis platos



Para escuchar #ElLadoOscuro de @JarabedePalo

mientras preparamos unas...



Para 4 personas.

 

INGREDIENTES


750 gramos de cebolla cabezona.

15 mililitros de aceite de soya.

10 gramos de ajo.

4 gramos de sal.

4 gramos de jengibre.

1 pizca de ají.

20 gramos de una mezcla de marañones, maní y nueces.

60 ml de coca cola zero.

20 gramos de cilantro.

40 envoltorios de papel para gyosas.

Un atado de cebollín para amarrarlas.

 

 

Pones en una sartén el aceite a calentar y le agregas la cebolla y la sal.

Revuelves constantemente para que no se doren e incorporas el ají, el jengibre y el ajo.

Lo dejas cocinar a fuego medio revolviendo hasta que las cebollas empiecen a tomar un poco de color. Agregas la coca cola zero y lo dejas por 10 ó 15 minutos más hasta que el líquido se esté secando. Apagas el fuego, añades el cilantro y las nueces y trituras la mezcla.

 

En una olla con agua hirviendo pones las tiras de cebollín

por un minuto y las trasladas al agua con hielo.

 

Para armarlas, en una hoja de papel de gyosas pones un poco del relleno

y lo cierras en forma de tesorito. Lo amarras con suavidad con una tira de cebollín.

Cuando las tienes todas listas, fríelas en aceite caliente

y sírvelas con un poco de salsa de soya

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