El Escudo

mar 163 min.

Tortillas caucanas con lomo y maní

Mi primer lazo con el Cauca lo tengo dentro unas barras de madera de un balcón de Popayán viendo pasar una procesión de semana santa, preguntándome por qué a alguien se le ocurriría poner a niños a cargar esas estatuas tan pesadas, mientras yo me aburría tanto, tomando jugo de badea, en medio de la multitud que caminaba lenta. Lo siguiente fue el terremoto, mi papá y mi tío saliendo de Cali a llevar agua, la angustia por saber si mi abuela y sus hermanas estaban vivas, y el sentimiento colectivo, que yo le oí a alguien, de que la cruz había caído encima del cura, justo mientras daba la misa de las 8:00 am. Una especie de horror sin nombre, traía esa ciudad para mí. Me daba miedo, dormí pensando en esa escena del cura mucho tiempo, hasta que un día la vi en una película de Alex de la Iglesia, que parecía conocer los temibles misterios de la ciudad de los Muñoz y quedé exorcizada. Lo otro que recuerdo es lo curioso que me parecía que mi abuela trajera en un taxi unas carantantas enteras, del tamaño de una paila de cobre, que repartía a cada uno de sus hijos, junto con unos aplanchados, una especie de hojaldre terroso y efímero, del que era imposible desprenderse, por lo que mi papá los escondía bajo llave en el primer cajón de su guardarropa. La imagen de mi abuelita Nelly #Hoy es muy surreal para mí, pero no coincide con la imagen que de ella tienen los demás, cosa curiosa. Mientras yo la he visto siempre como una especie de reina india con sus alhajas de amatistas, con bellos ojos verdes, rasgados, ojos caucanos, aunque tratara de esconderlo su alcurnia, en medio de todos Los Camellos del mundo escritos por Guillermo Valencia, para desgracia de sus lectores. La veo aún en alpargatas de colores, sirviendo una sopa de platanitos y tortilla, con un jugo siempre raro, no sé por qué eran tan espesos, con sólo probarlos quedaba uno lleno hasta la cena. Pero pasó el tiempo, y mis pasos fueron devolviéndose, recorriendo mi pasado, encontrando las raíces en esos lugares que el suroccidente colombiano me esconde, y en los que va regalándome, como pepitas de oro, trozos de mi historia personal. En ese ferrocarril del tiempo trazado por Estanislao Zawadsky, que me lleva de Cali a Popayán, viajo en mi memoria ancestral y voy moliendo el maíz del que estoy hecha para pasar a través de los pueblos y llegar al volcán Puracé, que con su forma les da sentido a las tortillas añejas de Cajete que hoy les presento, como la minga colectiva que trabaja haciendo mantras de fermentos, y que brillan como toda la orfebrería de mi tribu paez, que me susurra suavecito, que mi abuelita sí es la cacica, que yo también soy una buena custodia de semillas y me lo dicen siempre con un bastón de madera de chonta y empuñadura de plata, muy bajito en Nasa Yuwe.

Para escuchar #Hoy de @GloriaEstefan

mientras preparamos unas...

Para 4 personas.

 

INGREDIENTES

 

8 tortillas caucanas fritas

300 gramos de lomo viche cortado en tiritas finas

150 gramos de maní

150 gramos de agua

Zumo de un limón

Sal

Ají al gusto

30 gramos de salsa de soya

 

Para decorar un tallo pequeño de cebolla larga y ramas de cilantro

 

Licuar todos los ingredientes menos el lomo, para que quede una salsa espesa pero muy suave. Sies necesario pasarla por un colador hágalo, o triture cuantas veces sea necesario.

 

En un wok muy caliente, sofría los trozos de lomo

hasta llevarlos a término medio, póngales punto de sal y reserve.

 

Mezcle la carne con la salsa y sazone al gusto. Ponga el resto de la salsa

en una coquita aparte para que las personas puedan mojar sus tortillas.

 

Tome el tallo de cebolla de rama y corte rodajas finas incluyendo la parte verde.

 

Para montar, en un plato largo ponga las tortillas y en cada una un montoncito con la carne,

y para finalizar un poco de cebolla y una rama de cilantro.

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