I´m good yeah, I´m feeling alright
Baby I´ma have the best fucking night of my life
And wherever it takes me, I´m down for the ride
Baby, don´t you know I´m good, yeah, I´m feeling alright
#I’mGood
David Guetta, Bebe Rexha
El año que pasó fue fantástico, a medias entre artista de Hollywood y Frida Kahlo. Arranqué dejando mi piel en la Topa, en Malamaña, en El Chorrito, en dónde Fabio. Recorrí con mi cuerpo los pasos andados a través de la Salsa, mientras recuperaba poco a poco la placidez de mis piernas de la mano de esas baldosas y de la carretera que tanta paz me brinda. Me volví a enamorar delicadamente, de Mayito Rivera y la Van Van de Cuba, entre trampantojos y jeroglíficos, ensaladas y pulpo, me permití volver a sentir una pasión desenfrenada, rebelde y viajera, que me removió del estado de silencio afectivo al que me había condenado sola sin saber por qué. Mientras piangüaba el manglar, entendí a mis pies que les costaba tanto moverse en las pistas de baile que tanto quise, y comprendí de la mano de los piacuiles y las zangaras del pacífico, que soltar el control era más que estar sentada en una canoa a la deriva pescando en Tumaco, o verse las caras con el miedo al borde de un abismo en Puente de Piedra, después de recoger aguacates y plátano, creyendo llegar al Páramo de las Hermosas. Caerme, una palabra que me perseguía, se ponía en línea con sostenerme, y mi vida de equilibrio, de ají dulce y cilantro, se contaba a sí misma buscando un tesoro indígena en Miranda, Cauca. Así las cosas, medié con mi voluntad una tregua en la que solté mis amarras y tomé con cuidado la barra de ballet que tengo en mi casa, para con movimientos suaves y constantes buscar un cuerpo para el espíritu, y acompañada de mis libros y sus canciones, sumé a mi rutina el ejercicio sostenido y fino que me permitió conectarme con la gimnasta que dejé de ser, por pelear mi lugar en el mundo de la forma errada. Así terminaba el año. Pero me hice una zancadilla terrible, como cuando se quema el arroz y fui atropellada en los rieles del tranvía de mí misma, recogiendo el vestido de Cenicienta; Me dieron las doce rompiéndose el hechizo, y terminé arrastrándome de dolor hasta el ascensor de mi casa para pedir ayuda. Mi conjuro de la felicidad se había quedado cojo y mi columna vertebral que estaba hecha de hojitas de lechuga, se había desplomado, me la había comido de un mordisco. Así que sin calabazas, ni príncipes cholos, cerré el año en la clínica, entendiendo de nuevo que debo empezar otra vez, volver con silencio a escuchar la masa del pan levar, y con paciencia mantener en bajo la cebolla de rama del hogao, para que quede más rico y pueda acompañar dignamente a las bellas papas nativas que curaron mi estómago lleno de pastillas, porque aunque para bailar aún me falta mucho, voy cocinando en la democracia de la existencia, que lo que nos pasa en la vida “no es nada personal, sólo negocios”... y me gusta comérmelos con plátano guayabo verde, que siempre es calientico y encantador.
Para escuchar #I’mGood de @DavidGuetta
mientras preparamos unos...

Para 4 personas.
INGREDIENTES
3 plátanos guayabos muy verdes
4 tazas de agua
2 cucharadas de sal
4 ajos rallados
Aceite de girasol
Corta cada plátano en cinco trozos y fríelo en bastante aceite no muy caliente.
Sácalos sobre papel absorbente y aplástalos con ayuda de un plato plano. Mezcla el agua,
la sal y el ajo y sumerge los plátanos durante 10 segundos y vuélvelos a freír
hasta que queden crocantes. Acompáñalos del relish de ají dulce.
PARA EL RELISH
Medio repollo verde cortado en tiritas muy finas
1 cebolla cabezona cortada en juliana
2 zanahorias cortadas en tiras muy finas
1 taza de vinagre de guineo
1 taza de jugo de limón mandarino o pajarito
10 ajíes dulces en tiritas
Ají picante en tiritas según el gusto
¼ de taza de sal
30 gramos de azúcar
15 gr de aceite de ajonjolí para servir
15 gr de aceite de coco
Cilantro fresco para servir
Combina el repollo y la cebolla con la sal y déjalo por 20 minutos, luego añade los demás ingredientes. Mézclalo muy bien y ponlo en un frasco en la nevera por unos meses.
Se puede comer a los tres días, pero en mucho más rico con el tiempo. Para acompañar los patacones saca 500 gramos, ponle el aceite de ajonjolí, el aceite de coco y el cilantro fresco.
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